lunes, 1 de noviembre de 2010

Gritos mentales que aterrorizan el pensamiento

"Yo no soy un gran hombre / yo soy un hombre cualquiera que ensaya las grandes felicidades"

El Aloysius Acker no se lee, se descifra, te envuelve en una atmosfera totalmente oscura en la cual la única luz visible proviene de los destellos de una pluma tan notable como la de Martin Adán, es una elegía a un ente desconocido, al menos para nuestras mentes más no para la del notable poeta.

"Alcoholismo crónico", detalla una ficha medica del Hospital Víctor Larco Herrera, el primer sanatorio de Lima, ubicado en el distrito de Magdalena, con fecha de mil novecientos treinta y siete, en el examen medico se puede leer que el poeta sufría de alucinaciones y era propenso al "deliriums tremens" y que siente un ruido que lo "molesta ", lo describe como un "oír especial" y que incluso el paciente sugiere que su ingesta actual llega al "licor concentrado". En otra nota del citado nosocomio se puede leer lo siguiente "De carácter muy bueno, humilde, amable. Muy correcto. Amiguero, conversador, de bastante cultura, muy sociable. Gran aficionado por la literatura. Poco afectuoso con sus familiares. Gastador. Muy piadoso"

Como una "borrachera verbal" califica el escritor peruano Luis Alberto Sánchez un poemario de Adán llamado "Travesía de Extramares" en donde el poeta barranquino se dará a conocer ante lectores mas diversos y así confirmarse como un vate de marcados tintes gongorinos y de "una embriaguez imaginaria y verbal, en donde llega a alcanzar los limites del desvarío, no del disparate voluntario, sino del extravío deliberado.", recalca Edmundo Bendezù en su libro "La poética de Martin Adán", extraña analogía para un escritor criado en un hogar "conservador civilista" como menciona el propio poeta, donde estuvo bajo la crianza y tutela de sus tías solteronas y beatas, de las cuales es sorprendente que llegaran a matricularlo en el "Deutche Schule" , un colegio alemán para extranjeros y protestantes, en donde al igual que él , estudiaron grandes poetas como Emilio Westphalen ,Estuardo Núñez y Xavier Abril.

El mencionado colegio alemán tenía una excelente reputación, aunque más interesante sería lo bizarro en sus profesores, el director de la escuela era un alemán ex combatiente en la segunda guerra mundial, Richard Westermann, filólogo prusiano, que al igual que los demás maestros alemanes mostraban huellas de la guerra tatuadas en el cuerpo.

Westermann lucia una cicatriz que le atravesaba el cuello, y una psicosis que solo menguaba el alcohol; Herr Scholich, profesor de ciencias, sufría de ataques de ira en los cuales los más afectados a la hora de descargarla resultaban siendo sus alumnos; Herr Franke tenía la laringe de metal. Herr Kindell, pequeño, rechoncho, musculoso y rojizo, debió pertenecer a la retaguardia. Enseñaba gimnasia y era un poco cínico. Herr Wiesenecker, el más joven, no tenía huellas visibles de la guerra; era el don Juan de la partida, buenmozo, sonreidor, galantuomo; comenta Luis Alberto Sánchez, el que también fue maestro de Adán en el Deutche Schule.

La etapa escolar de Martin Adán se ve reflejada en su primer libro en prosa, el enigmáticamente increíble "La Casa de cartón", el poeta anticipa su proyección literaria con esta frase "Creo que todo empezó con los estudios de gramática castellana que seguí en el Colegio Alemán con Emilio Huidobro...".
Emilio Huidobro, de origen español, llegó como seminarista agustino a nuestro país en la década de mil novecientos, su carrera profesional en el Perú la baso en las letras y en el periodismo durante los años de mil novecientos hasta los años treinta, época en donde tiene bajo su tutela al poeta. El ibérico fomento en su alumno la pasión por la historia de la lengua, la búsqueda para lograr la perfección en la métrica, y el majestuoso léxico al que nos tiene acostumbrados Adán.

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